sábado, 16 de julio de 2011

Pedro Roca, un nombre, un hombre, un restaurante memorable



Cuando una persona pone su nombre a un restaurante es un compromiso personal y solo la confianza plena en uno mismo le motiva a tal compromiso. No solo es un compromiso de calidad sino de dedicación física al lugar, si visitas un restaurante personalizado con el nombre y no se encuentra en el establecimiento puedes pensar ¿si fulano no está en la cocina, quién le está defendiendo el nombre? Sí, puede ser bueno o muy bueno pero no es lo mismo.



Pues a Santiago de Compostela nos fuimos a conocer esta andadura en solitario de este ferrolano curtido en mil batallas y probar su cocina con ese sello tan personal. El local impresiona por su amplitud, su diseño y su moderna pero a la vez sobria decoración. Está dividido en dos zonas, la primera con una barra de servicio solamente al restaurante y la segunda sala con la cocina vista. Entre las dos salas hay un pasillo donde tienen los vinos en armarios climatizados y al final de la segunda sala está la bodega en sí.


Nos sentamos y viendo el escenario, lo cuidado del césped y la calidad del equipo dejamos que el balón corriese libremente.



Como al hacer la reserva para comer ese domingo pedimos la ultima hora y así levantarnos tarde para recuperarnos de la movida nocturna gallega , nos recibieron con un estimulante para recuperar las fuerzas, un coctel Bloody Mary con una ostra en su interior. Mano de santo.



Empezamos con un Bonito de Burela marinado y Trufa de Verano. Sorprendente hermandad.



A continuación un Salpicón de Nécora de la Ría. Aquí tanto la presentación como la calidad del producto nos pusieron en estado de excitación.

Como una variante de un plato típico gallego, la sardina sobre pan de broa (pan gallego hecho con harina de maíz y centeno), nos sacaron una xouba con diminutas mazorcas sobre migas de pan de broa. Una combinación de tres sabores intensos pero que bailaron en el paladar en perfecta armonía. Fue un plato de esos cuyo sabor evocan recuerdos, recuerdos de veranos lejanos.


Después llegaron las primeras pochas de la temporada con un sabroso bogavante o lubrigante como lo llaman por estas tierras. Se combinaba perfectamente la delicada textura de la pocha con el poderoso sabor del crustáceo. Era como ver una pareja de enamorados, ella bailarina de ballet, el levantador de pesas… una pareja curiosa pero radiante de amor.



El siguiente pase no era de restaurante sino de joyería. Nunca vimos calamares tan pequeños y nos imaginamos que rellenarlos era trabajo más de orfebre que de cocinero. Pura mantequilla.


A continuación llegó a la mesa un arrogante rape subido en su trono de puerros y rodeados de exquisitos berberechos de la Ría de Noya como súbditos. El perfecto punto de la cocción de tales vasallos, hacían una explosión de sabor en la boca. El puerro que nos es un clásico acompañante en estos lares, era de textura y sabor delicioso. El rape, un rey.


Faltaba una carne en esta carrera hacia el orgasmo gastronómico. Apareció un timbal de mollejas con setas y foie en salsa de excelente PX. Una bomba de sabores intensos, una bomba para la digestión ¿pero quién dijo miedo habiendo hospitales?



Aun guardábamos un pequeño espacio para el postre. Llegó como una diosa de carnaval, con tal presentación que daba pena romperla. Era un timbal en tres capas de mousse frío de coco, horchata y bizcocho japonés, coronado por ciruelas amarillas y como adorno para tal tocado, una hoja de hierbabuena.


En cuestión de bebidas, empezamos con la cerveza diseñada por Pepe Solla para Estrella Galicia y después compartimos una primicia de un vino que aun no está en el mercado y no habíamos probado y que la ocasión era propicia, un albariño de Cambados sobre lías llamado Almademar que nos gustó mucho. La carta de vinos con 200 referencias puede cumplir con cualquier expectativa.



Para la tertulia, nos pedimos un Highland Dream de 18 años… para entonces nos encontrábamos en un estado tal…como el que tenía Jane Birkin cuando cantaba “Je T'Aime Moi Non Plus”.

Con esta visita hemos descubierto que hay dos lugares de peregrinación en Santiago de Compostela, la Catedral para rezar y ganarse el cielo y el Restaurante Pedro Roca para comer y tocar el cielo.



Menú degustación desde 50€ y también a la carta. RCP excelente.



Rest. Pedro Roca
Domingo García Sabell 1 (semiesquina calle Galeras)
Tlf. Reservas 981 58 57 76 - 616 78 06 73
Santiago de Compostela
Cierra en verano los domingos y lunes noche. Resto del año, noches de domingo y lunes.






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